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Angel Carretero Olmedo

EL VIEJO CALPE

EL VIEJO CALPE

 

A punto de cumplirse el trescientos aniversario del Tratado de Utrech; mejor dicho, del indominio ingles, es oportuno hablar de lo que ocurre en los alrededores del viejo Calpe fenicio. Esa roca que cae a plomo desde unos 400 metros de altura y vigila la entrada del estrecho como un centinela incansable.

Para ello, me remontaré 33 años atrás en el tiempo. En concreto a la noche del 13 de febrero de 1980 en un cementerio de vehículos próximo a la localidad campo gibraltareña de Los Barrios. Era una noche fría, y para resguardarse del tiempo el guarda busca un coche con puertas y ventanas, para de paso dar una cabezada.

Cuando se encontraba cogiendo el primer sueño se da cuenta que alguien golpea el cristal de la puerta. Se trata de un ser con aspecto de mujer, piel verdosa, ojos rasgados y aspecto monstruoso.

La toma por un ladrón, coge una estaca de madera y abre la puerta para enfrentarse a ella. Al salir del coche ve que junto a ese ser hay otro, de idéntico aspecto al anterior.

Tal como aparecieron ambos seres desaparecen delante del testigo. Este, presa del pánico huye del lugar y nunca más vuelve a trabajar en ese cementerio de coches.

Personalmente pienso que lo aquí descrito nunca debería haber figurado en catálogos ufológicos y estudiado dentro de la casuística OVNI.

El asustado testigo puede haberse encontrado con cualquier cosa, incluso con lo que pensó en un primer momento: unos ladrones que buscaban alguna que otra pieza para poder venderla al mejor postor.

Sucesos como este hay varios en la provincia de Cádiz. Me viene a la mente uno ocurrido en el verano de 1921 en Barbate, una localidad distante unos pocos de kilómetros de la de Los Barrios.

Una niña de 10 años de edad se queda a cargo de su hermano menor, encontradote en el dormitorio de este con una luz en forma de llama que observa durante varias horas. Podemos estar, quizás, ante la primera experiencia de visitantes de dormitorio documentada en Andalucía.

Al principio hablaba de los hijos de la Gran Bretaña. Y, que mejor que utilizar una de las muchas fotografías de ese centinela que vigila la entrada al Mediterráneo para ilustrar la entrada.

De paso, espero que nadie se moleste conmigo por hablar de pasada de esos hijos de la Gran Bretaña…

 

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