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Angel Carretero Olmedo

BOLAS DE FUEGO Y HUMANOIDES

BOLAS DE FUEGO Y HUMANOIDES

En mi anterior entrada hablaba de volcanes y bolas de fuego, añadiendo que junto con tendidos de cables de alta tensión podían explicar una serie de fenómenos ocurridos en la Bahía de Cádiz a lo largo de la década de los 80 y 90 del pasado siglo. Siguiendo en esa línea me permitiré traer aquí dos casos que en su momento me llamaron poderosamente la atención por haber ocurrido en el mismo lugar con dos años de diferencia y mismo testigo.

Salvador, conocido como “El pajarito”, se encontraba una noche de octubre de 1983 en unas viviendas unifamiliares cerca de “Las Canteras” del término municipal de  Puerto Real (Cádiz), cuando observó una luz de color naranja en forma de esfera que tenía rumbo noroeste sudeste. El testigo se ve rodeado por una luz que le cegó totalmente y los cables eléctricos que cruzaban la bahía de Cádiz e encontraban al rojo vivo.

Transcurre dos años y el mismo testigo se encontraba una noche del mes de agosto de 1985 sobre las 04.00 horas de la madrugada en las mismas viviendas unifamiliares, cuando observó a dos seres que parecían gemelos.

Sus características eran: Cabezas cubierta por el mono o carecen de pelo, grandes y con una bombilla; rostros triangulares y estrechos, con ojos redondos, nariz puntiaguda muy larga y de color cadavérico y estatura de unos tres metros. Llevaban un cinturón con una luz en el centro y colocada una especie de pistola.

Otra noche, cuando se encontraba solo el testigo, en dirección a Las Canteras se vuelve a encontrar a estos seres, acompañados por una mujer, de tamaño normal, cara triangular y muy bonita. (Descripción idéntica a la dada por un campesino brasileño)

Diario de Cádiz de fecha 04-09-1986, y firmado por el investigador Jesús Borrego, trata el asunto. A lo lago de estos años me ha llamado poderosamente la atención que distintos casos tratados por este investigador tenga las mismas características: se repiten los testigos.

Incluso hay uno del año 1989, que quince días después, mientras que Borrego lo investigaba, los testigos y este señor fueron testigos de la repetición del mismo suceso. Personalmente no quiero exponer conclusiones aquí, aunque las tengas. Prefiero que el lector se plantee la siguiente pregunta: ¿demasiadas coincidencias?, ¿no?

 

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